sábado, 8 de octubre de 2011

Paseo al río

Domingo, 18 de setiembre, 2011

Estoy en mi segunda salida a Wayqecha y me he dado cuenta que no me he dado el tiempo de conocer más trochas que las que implican mi muestreo. Es más, hay un par de ríos cerca (relativamente) y tampoco los conozco! Así que decidimos con D. conocer todo lo que podamos de este lugar.
La idea de hoy era, muestrear tempranito y luego del desayuno salir con P., el cocinero, de paseo hasta el río. El cansancio nos ganó y nos quedamos dormidas hasta las 8am (creo que el espíritu dominguero nos ganó) y bajamos a tomar desayuno. Qué sorpresa encontrar yogurt, huevos fritos y me hice mi cafesito de siempre. Luego de obtener fuerzas, cogimos nuestro box lunch (almuercito en tupper) y caminamos hacia la trocha picaflor para encontrarnos con P.
Trocha mariposa
Una vez que nos encontramos con él, empezamos el camino de bajada hacia el río. Terminando la trocha picaflor, luego por la trocha oso y finalmente por la trocha mariposa. Todo el camino era de bajada; tanto bajamos que antes de llegar al río las piernas ya temblaban de tanto bajar. Por ahí empezó a llover, pero nada, seguimos adelante. Hasta que finalmente llegamos al río Huallpayunca (de Wayqecha al río habremos bajado 700m en línea recta, pero el camino habrá sido de 6km por lo menos). El paisaje valía totalmente la pena, el sonido del agua pasando por las piedras, la llovizna que caía sobre nosotros y sobre el agua de río, todo.


P. cruzó el río (el había ido con botas… nosotras con zapatillas!!!!) y buscamos piedras para poder cruzar por ahí... pero no habían piedras lo suficientemente cerca como para cruzar sin que nuestras zapatillas terminen inundadas... así que la mejor solución que se me ocurrió fue: quitarme zapatillas, medias, remangarme el pantalón y cruzar. UUUUUUiiii el agua estaba suuuper fría, pero zas! Ya estaba del otro lado. P. nos llamaba hasta que llegué donde él estaba y me dijo: Miraa mira! Hay un Quetzal! Saqué los binoculares y a pesar de la lluvia pude distinguir al Golden Headed Quetzal (Pharomachrus auriceps). Hermoso!
Luego de un rato de pasear, decidimos que era hora de regresar. De ninguna manera íbamos a regresar por el mismo lado (ya que el camino sería todo de subida, no había forma de caminar 6km de subida...) entonces subimos por una trocha por el cerro del frente, para salir a la carretera, cerca de Pillahuata.
Estábamos subiendo, subiendo y nos mojábamos el pantalón porque las plantas estaban húmedas por la lluvia. Al principio subíamos parejo, con fuerza, constante... hasta que poco a poco no podíamos con nuestras fuerzas, las piernas estaban cansadas... ya habíamos subido más de 20 minutos y parecía que nunca íbamos a llegar a la carretera.

Luego de la subida, en la
carretera
"¿Cuánto más crees que falte para llegar a la carretera, P.?" "Media hora más, será"- nos contestó. Casi me da un ataque porque no podía más con el cansancio. Por suerte, P. no calcula bien el tiempo, y sólo nos demoramos 10 minutos más, hasta que POR FIN llegamos a la carretera.

Caminamos por la carretera, curvas, y más curvas, pero ya no era una subida empinada, ya más tranquila la cosa. Caminamos, caminamos y llegamos a Pillahuata, donde está la casa de un viejito de 102 años que vive solo, trabajando sus tierras y viviendo de ellas. De vez en cuando va a Wayqecha y come algo por ahí, o va hasta Paucartambo. Recooontra viejito. Me parece increíble que viva solito...

Bueno, entonces llegamos a la curva donde vive el viejito y encontramos una camioneta con guardaparques del Manu, que habían bajado a buscar leña seca (necesitan abrigarse de noche). Por suerte eran amigos de P. y los esperamos un rato y nos jalaron hasta Wayqecha.

Vista desde Wayqecha de la casa del viejito
de 102 años (Pillahuata)

Durante la jalada, nos dimos cuenta tooodo lo que nos faltaba por caminar (por lo menos 10km más), que de hecho los hubiéramos caminado pero hubiéramos llegado muertazos. Creo, sin embargo, que si los hubiéramos tenido que caminar, el quedarnos con las piernas tembleques y el cansancio valían totalmente la pena. Valió la pena la caminata, la mojada, el cansancio. Estas cosas no se ven todos los días, y menos se tiene la oportunidad de poder hacerlo. Y mi recompensa es las imágenes que tengo en mi cabeza, de los lindos paisajes que vi. 

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