...(Continúa de Campamento de mierda)
Ya teníamos todo empacado y tocaba trasladarnos al siguiente punto de muestreo... Como siempre, el día del traslado, tomábamos desayuno y guardábamos comida en un tupper para, al llegar al siguiente campamento tener almuerzo:
Día 1: Nos despertamos, guardamos la carpa, tomamos desayuno, y guardamos comida. Luego, nos fuimos al helipuerto, a esperar. Era temporada de lluvias, y en este campamento llovió especialmente todos los días que estuvimos muestreando... Nos quedamos esperando al helicóptero entonces, sentados sobre troncos, conversando, con calor. Pero el cielo estaba cerrado, mil nubes. Llovía, dejaba de llover. Llovía, dejaba de llover. Pero el cielo siempre gris. El helicóptero no podía entrar. Esperando, esperando y llegó la hora de almuerzo. A sacar el tupper. Esperando, esperando y los helicópteros sólo volaban hasta las 3pm. De vuelta al campamento, a armar de nuevo las carpas. Primer día perdido. En la noche, fuimos a cenar, al campamento de los otros. Tanta gente había, que D.,R. y yo preferíamos comer fuera de la carpa, parados. Terminada la comida, de vuelta a nuestras carpas. No había luz, entonces sólo teníamos música de los iPods. Parlantes, conversación y buenas noches.
Entraron un par de helicópteros, dejando cosas de la otra gente. Creímos que nos recogían.... pero empezó a llover y tuvimos que refugiarnos, para ver si pasaba la lluvia y se despejaba el asunto... Pero nada. Pasaron las 3pm y de vuelta al campamento, a armar las carpas, a acomodarnos. Sucios, sin poder bañarnos, todo estaba guardado en las mochilas, que estaban empacadas. Nuestra única fuente de limpieza eran pañitos húmedos... pero la misma ropa!
La ropa "limpia" que teníamos estaba húmeda, ya que el último día de muestreo la lavamos, esperando colgarla al llegar al siguiente punto... Osea, nos "bañábamos" con pañitos húmedos, pero seguíamos con la misma ropa... Eso hacia la situación un poco más insoportable de lo que ya era...
Día 3: De nuevo hicimos la misma rutina de los dos días anteriores (desarmar carpas, desayunar, llenar tuppers de comida, esperar). Esta vez, el cielo estaba despejado, y entraron un par de helicópteros, con gente encargada de la exploración... Yeeee dijimos, el cielo despejado, si los traen a ellos, de hecho nos recogen!!!... Pero no. De nuevo lluvia, a esperar, a refugiarnos, a cubrir las cosas para que no se mojen...
L. ya no podía más. Se quedaba en el helipuerto desde luego del desayuno, hasta el momento en que no entraría ningún helicóptero por la hora. Se estaba desesperando. Nosotros veíamos que llegaba la hora del almuerzo, y ya volvíamos al campamento, a acomodarnos de nuevo. A huevear, a conversar de todo, a escuchar música, a ver la lluvia caer. No podíamos hacer nada más.
| Atrás, las cosas resguardadas. |
| Refugio improvisado. |
Hasta que vuelva la hora de la cena, servirnos, comer y de vuelta a esperar que sea el día siguiente. Pensando positivo para que el día siguiente el cielo esté despejado y por fin entre el helicóptero.
Día 4: Este día recuerdo que llovió todo el día. Ya ni siquiera fuimos a esperar al helipuerto. Resignados, nos quedamos bajo la carpa. (L. fue, como todos los días a esperar al helipuerto...) D. y yo no aguantábamos más un día más sin bañarnos. Y nada. Fuimos donde estaban nuestras mochilas, y rescatamos la ropa menos húmeda, la menos abombada. Le pedimos a C. si nos podía sacar agua de la quebradita, con el balde. Que nos vigile el camino para que nadie venga (había demasiados hombres) y nada. Baldearnos un poco, shampoo, jabón. Ya no aguantábamos tantos días sin bañarnos. ¡Qué alivio! Luego, vimos todo diferente, con otra cara. Estábamos frescas, con ropa nueva!
Más tarde, estábamos con P. y nos dijo: "Las chicharras están cantando, ¿escuchan?. Es señal de que mañana el cielo se va a despejar y nos vamos de aquí". (Yo pensé si si claro, lo dice para tranquilizarnos un poco...) Y nos fuimos a dormir, nuevamente. Esperando el día siguiente. Queriendo que el cielo esté despejado. Ya habíamos perdido 4 días, sin hacer nada.
Día 5: De nuevo con la misma rutina, hasta guardar la comida al tupper. A D. la llamaron de donde hacían la exploración. Fui con ella. Conocimos a E., un venezolano. Conversamos muy bueno, comimos galletas con manjar blanco, tomamos café pasado (todo un lujo para el monte!) y nada. Esperando con E., la mañana se hizo más llevadera, más amena. Las horas pasaban más rápido. Y por la radio, E. escuchó que mandaban helicópteros para nosotros, finalmente! No lo podíamos creer. Si, ¡por fin nos íbamos! Luego de 5 largos días. De espera, de suciedad, de desesperación. (Parece que cuando las chicharras cantan, cantan. Efectivamente, como dijo P., dejó de llover y el cielo estaba claro, despejado).
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